Dicen
que anda suelto un asesino. Un verdadero psicópata sin alma y
sin espíritu, frío y calculador. Cuando contemplé las primeras noticias no daba
crédito sobre ello. ¿Qué clase de animal (no puede tener otro nombre) sería
capaz de arrancar ya docenas de vidas de una forma tan cruel?
Simplemente, no podía comprenderlo. Mi
mente no concebía esa locura. Sangrientas atrocidades que convulsionaban a esta
ya de por sí frágil sociedad. Las noticias lo gritaban, en pantalla, web y
periódico.
Dicen
que anda suelto un asesino, y que si te encuentra por la
noche, no dudará en arrancarte lentamente la vida para su disfrute y regocijo.
Se deleitará con tu sangre y con tus gritos, y escucharás su carcajada como
réquiem.
La gente, como es lógico (y yo entre
ellos), tiene miedo. A la puesta de sol se encierra en su hogar rezando para
que nadie gire el pomo de la puerta. Para que nadie llame pidiendo ayuda. Para que el vil hombre pase
de largo y no les arrebate todo cuanto tienen.
Dicen
que anda suelto un asesino, que tenemos que ser precavidos y
desconfiar de quienes nos rodean. Su sombra nos acecha durante el límpido día y
nos caza en la fragante oscuridad de la noche. Somos presas, y él, el cazador.
Huir y rezar, dicen.
La desconfianza es nuestra mejor arma
para defendernos de este animal, de este hombre vil y retorcido. Mata por
placer, sólo busca el sufrimiento ajeno como si fuera su aire, y el llanto
final de sus víctimas como el opio que alimenta su sin duda perversa y loca
mente. Dicen que su alimento es el último aliento de quienes arrebata la vida.
Es un degenerado, es un monstruo, no tiene otro nombre. Nadie sabe de dónde ha
venido, nadie sabe por qué actúa…simplemente lo hace.
Sólo su mente posee el secreto de su
locura atroz.
Yo, en mi temor, creo conocer lo que
ronda la mente de este psicópata. Creo conocerlo mejor que nadie…aunque puede
ser una locura infundida por el temor que siento debido a los medios. Todos
somos jueces de la información adulterada que nos ofertan las miles de bocas
por las que habla nuestro sin duda inefable sistema.
Dicen
que anda suelto un asesino. No dicen que era un hombre feliz, pleno, con todo cuanto
podría desearse. Era un antisistema, dado que rehusando las necesidades que nos
inculcan desde el nacimiento, había conseguido su felicidad plena al margen de
todo.
No
dicen que tuvo una familia. Que dio cuanto tuvo para
salvar a su hijo de las garras del cáncer, cruento enemigo que no tardó en
ganar la batalla contra el muchacho.
No
dicen las noches de llanto, de dolor y agonía que
sufrieron el monstruo y su mujer. Abrazados, enloquecidos por la tristeza,
mirándose a los ojos. Rezando por dar marcha atrás, por poder tener de su lado
al sistema para que les ayudara a costear un tratamiento que arrebató la vida a
lo que más amaban en este mundo. Suplicando a las deidades habidas y por haber
que todo fuera un mal sueño del que poder despertar.
No
dicen que ella enloqueció. Ella le amó más que a todo en
esta vida, y él correspondía. Pero cuando el dolor quiebra tu alma…de los
fragmentos solo queda locura cuando han aniquilado las posibilidades de
resurgir. Primeros tragos como tonteo, y ella, se dejó llevar por el cálido y
húmedo abrazo de la drogadicción. Él dio todo cuanto tenía por ayudar a su
amada, pero no fue suficiente.
El ya citado inefable estado despreciaba
a la gente en su situación, y como verdugo cruel, dejó que ella se fuera
consumiendo poco a poco, muriendo día a día. Y él, en una agonía que ya no
podía soportar, debía contemplar la evolución hacia la tumba.
No
dicen que ella murió en primavera. Una triste mañana de
mayo, su corazón ya roto y destrozado, dejó de latir. Tampoco dicen que en el
entierro sólo estaba él frente al ataúd, con un ramo de lirios blancos en su mano.
Viendo como enterraban a la mitad de su ser. Sólo debido a que nuestro glorioso
sistema no contempla a los ojos a ese tipo de lacras, y por lo tanto, la
familia cercana la consideró más un estorbo que una persona. Dulces familias
concebidas en el seno de la sin duda brillante civilización occidental.
No
dicen que el hombre se transformó. Que evolucionó,
haciendo gala de las capacidades adaptativas tan asombrosas del ser humano.
Cuando se recompuso, juró encomendar su vida en contra del sistema.
En limpiar y atacar hasta su último
aliento a los altos ejecutores de su vida. A aquellos que habían puesto contra
el paredón su razón de ser y no habían tardado en gritar “¡fuego!”, destruyendo
todo cuanto había construido con su amada esposa y su amado hijo.
No dicen la verdad, dicen lo que
alimenta los balidos del rebaño.
Dicen
que anda suelto un asesino, que ejecuta a “inocentes
políticos defensores de la democracia que tanto ha costado construir”. Que mata
a sangre fría a los “legisladores para un mañana mejor”.
La gente que le ha visto actuar, dice
que es discreto y silencioso. Que no molesta más de lo necesario. Que es un
profesional.
Dicen
que anda suelto un asesino…antihéroe en tiempos grotescos,
defensor de una libertad tratada como locura. Alguien que tiene el valor de
aniquilar uno por uno los pilares de este maldito, asqueroso y nauseabundo
sistema.
Dicen
que anda suelto un asesino…o un héroe. Monstruo o salvador;
depravado o luminaria. El tiempo lo decidirá, pero por el momento, no me han
capturado.
Y así arrancamos :D
ResponderEliminar(Pongo un comentario porque veo esto tan solito que me da cosina, no sé, a mi me gusta ^^)
Allá voy yo ;)